jueves, enero 11, 2007

El País: El Cambio Climático y el Mediterráneo.

Hoy doble ración de notícias sobre el Cambo Climático. Esta es la segunda notícia que publica el periódico El País:

El cambio climático amenaza con devastar las zonas turísticas en el Mediterráneo
Bruselas propone reducir en una quinta parte las emisiones de dióxido de carbono

La Comisión Europea propuso ayer reducir las emisiones de gases contaminantes para el año 2020 "por lo menos" en un 20% respecto a los niveles de 1990. Se trata del objetivo más ambicioso puesto hasta ahora sobre la mesa, fruto de los análisis que maneja Bruselas, que ofrecen un panorama dramático. Un estudio hecho público ayer por el Ejecutivo comunitario sostiene que el cambio climático tendrá un impacto devastador para el sur de Europa, en particular para las cosechas y para el turismo, que se desplazará hacia el norte en busca de temperaturas más soportables.

"La distribución de los impactos del cambio climático será probablemente desigual. Algunas regiones de Europa sufrirán de forma desproporcionada. En el sur de Europa, por ejemplo, el cambio climático reducirá la productividad de los cultivos, incrementará las muertes por calor y tendrá consecuencias negativas para el turismo estival", asegura uno de los documentos incluidos en el paquete de medidas energéticas que hizo ayer público el Ejecutivo comunitario, y que pretenden limitar la subida de la temperatura del planeta en dos grados centígrados en relación con el nivel de 1990.

El desbordamiento de los ríos, fuertes inundaciones, migraciones masivas de especies animales y un fuerte impacto económico son otros de los efectos que vaticina el llamado Estudio Peseta, del Centro de Investigación de la Comisión Europea, realizado gracias a imágenes de satélite y la compilación de los datos científicos más recientes.

"El patrón de los veranos puede cambiar radicalmente a lo largo de este siglo debido al cambio climático. El lugar con condiciones excelentes, situado ahora en torno al Mediterráneo (en particular para el turismo de playas), se desplazará hacia el norte, quizás hasta el mar Báltico o el mar del Norte", reza uno de los trabajos comunitarios. Pero matiza que el éxodo turístico será más o menos masivo dependiendo de la capacidad que tengan las empresas y los propios veraneantes para organizar sus vacaciones fuera de temporada, por ejemplo en primavera. El flujo de turistas que veranea en las costas del Mediterráneo es el mayor del planeta. Estos viajeros -unos 100 millones cada año- gastan 100.000 millones de euros en su periodo vacacional.

El llamado Estudio Peseta hace estas proyecciones considerando que a finales del presente siglo las emisiones de dióxido de carbono se duplicarán o incluso triplicarán con respecto a niveles preindustriales. Según estos cálculos, las cosechas disminuirán hasta un 22,4% en el sur de Europa, debido a que el periodo de crecimiento de los cultivos será más corto. En el norte del continente, sin embargo, las plantaciones se beneficiarán -hasta en un 70%- del acortamiento de los periodos de heladas.

Las olas de calor acarrearán, además, según el análisis científico presentado ayer, un incremento de la mortalidad durante los meses de calor, así como un mayor número de accidentes relacionados con fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones o tormentas. Este aumento lo cifra la Comisión Europea en 86.000 muertos más al año en la Unión, para el caso del escenario más catastrófico de los que maneja, es decir, un incremento de tres grados de temperatura a partir de 2071. Pero si las medidas que propone la Comisión funcionan y el planeta sólo se calienta 2,2 grados, el número de víctimas mortales se acercará a 36.000.

Trabajar para paliar las consecuencias del cambio climático tendrá además un coste astronómico que Bruselas estima en "miles de millones de euros" por año para la segunda mitad del siglo XXI.

La compilación de datos científicos que acompaña el documento comunitario es una batería de malas noticias que invita a la acción inmediata. El año 2005 fue el más caluroso de los registrados hasta la fecha, según cifras de la NASA, que sostiene además que los 10 años más calientes de la historia han tenido lugar durante la década de los noventa.

En respuesta a las propuesta de la Comisión Europea, las organizaciones ecologistas Greenpeace y World Wild Fund / Adena rechazaron ayer las cifras y objetivos del recorte del 20% en 2020 para las emisiones de gases de efectos invernadero, y calificaron el porcentaje reducción de "ínfimo y modesto", al tiempo que reclamaron que los recortes asciendan al 30%. Greenpeace denunció -informa Europa Press- que, con su planteamiento, la Comisión "traiciona a las futuras generaciones de ciudadanos de la UE, a las que quedará el verdadero legado de nuestra inacción en cambio climático". Por su parte, WWF consideró que el paquete energético es una "propuesta modesta".

Esta notícia me ha gustado porque trata dos aspectos que considero interesantes: la cuestión del impacto desigual en función de donde vivas y la cuestión del CO2.

Con respecto a la primera se introduce el concepto de límite. No es lo mismo vivir pegado al precipicio sabiendo que cualquier mal paso puede acarrearte desastres inimaginables que vivir bastante lejos de él. aunque lo tengas a la vista. En el primer caso se encontraría toda la cuenca del Mediterráneo, en general, y el sur de la Península Ibérica, de Italia y casi toda Grecia. El ecosistema mediterráneo en estas tres áreas está muy estresado hídricamente. Actualmente, la precipitación en la zona murciana apenas llega a los 300 mm anuales. Una reducción del 10% en la precipitación (que es lo que se estima que sucederá en los próximos años) tendría unas consequencias catastróficas para la estructura socio-económica de esta región. Y lo mismo pasaría para las otras dos regiones europeas.

En cambio, para los países centro-europeos (y no digamos ya los países nórdicos) el calentamiento global actual no es tan grave. Ellos viven en zonas no estresadas hídricamente. Por tanto una reducción de la precipitación de un 10-20% (cuando la precipitación media está entorno a los 700 mm) no acarrearía graves problemas. Sí los sufrirían porque su clima actual se "mediterranizaría" (tendrían lluvias torrenciales más frecuentes y más intensas) que comportarían otro tipo de problemas ambientales, pero no tendrían las graves carestías de agua que sufrirá la cuenca del Mediterráneo si las previsiones se cumplen.

No es lo mismo ver el toro desde el medio de la plaza que desde la barrera. Eso no significa que a los países centro-europeos y nórdicos no les interese el problema, al contrario. Ellos son los primeros interesados en que no se produzca esta situación. Una de las primeras consecuencias de "aridificar" aún más la cuenca del Mediterráneo implicaría la aparición de nuevas corrientes migratorias dentro de Europa hacia latitudes más septentrionales (nadie quiere vivir en un desierto) así como importantes costes económicos para intentar paliar dichas situaciones.

El otro punto interesante es la cuestión del CO2. A estas alturas, nadie cuestiona que el CO2 es un claro ejemplo de gas de efecto invernadero. Está de sobras demostrado ya que hay multitud de estudios científicos que avalan dicha afirmación. Por tanto, es imperativo reducir sus emisiones si no queremos que el planeta se caliente a un nivel que resulte perjudicial para nuestra estructura socio-económica actual. Pero no es el único gas de efecto invernadero que existe y que se libera masivamente a la atmósfera. El metano (CH4) es el segundo gas que comparte el podio con el dióxido de carbono. Hay tres grandes fuentes de metano: la primera está relacionada con la ganadería (la fermentación de la vegetación con que se alimenta a los rumiantes produce cantidades ingentes de este gas), la segunda procede de los yacimientos petrolíferos (como subproducto de la descomposición bacteriana de la materia orgánica que ha acabado dando lugar al petróleo y sus derivados) y la tercera se relaciona con los fondos marinos.

El fondo de los mares está lleno de materia orgánica procedente de la muerte, y posterior hundimiento, del fitoplancton y otros organismos. Esta matéria orgánica, cuando llega al fondo, es enterrada por los sedimentos que se van acumulando y descompuesta por las bacterias. Uno de los productos de degradación es el metano. Ese metano, debido a las condiciones de presión (por debajo de los 300 m de profundidad) y de temperatura (aproximadamente +2º C), no es liberado hacia la superfície si no que forma un compuesto sólido junto con el agua que se llama clatrato. Este compuesto es estable mientras no se cambien las condiciones ambientales que lo mantienen confinado.

Con el actual calentamiento global, la temperatura del agua de los océanos está subiendo. Este incremento en la temperatura media de los océanos está implicando que se están modificando las condiciones de estabilidad del metano, lo que a su vez, está permitiendo que los clatratos no sean ya estables, se destruyan y liberen el CH4 al agua. El metano forma burbujas, las cuales mayoritariamente llegan a la superfície del mar y, por ende, a la atmósfera. Por foto-oxidación, el metano se convierte en dióxido de carbono retroalimentando positivamente el calentamiento global. Hay que tener en cuenta que 1 litro de clatrato sólido contiene 168 litros de metano gas, y que actualmente, se calcula que hay depositados en el fondo marino la friolera cantidad de 1x10×1015 - 5×1015 m3!! o lo que es lo mismo: entre 500 y 2500 gigatoneladas de carbono. A modo de comparación se calcula que en la actualidad hay 700 gigatoneladas de C en la atmósfera. O sea, id haciendo cálculos ...

Lo preocupante de este último mecanismo es que, pasado cierto umbral (que aún no se conoce a ciencia cierta aunque hay varias hipótesis al respecto), se vuelve imparable.

Otra buena razón para exigir que se reduzcan las actuales emisiones de CO2, ¿no?

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