miércoles, enero 31, 2007

Cómo la política influye en la ciencia

Ayer comentaba las presiones de todo tipo que están sufriendo los científicos del IPCC reunidos en París para consensuar el informe final sobre el Cambio Climático. Hoy, el periódico del New York Times publica un claro ejemplo de estas presiones. Aquí os dejo la notícia.

Scientists Criticize White House Stance on Climate Change Findings
By CORNELIA DEAN

Published: January 31, 2007


Under its new Democratic chairman, Representative Henry A. Waxman of California, the House Committee on Oversight and Government Reform took on the Bush administration's handling of climate change science yesterday, and even the Republicans on the panel had little good to say about the administration's actions.


The subject of the hearing was accusations of administration interference with the work of government climate scientists. Almost to a person, Republicans on the panel introduced themselves by proclaiming their agreement that the earth's climate was warming and that the principal culprit was greenhouse gases generated by people and their machinery.


And when witnesses spoke in defense of the administration, it was often to say only that there were still some scientists who doubted that climate view or that the administration's approach was not unique.


"Cherry-picking" science to suit policy or political goals is at least as old as the Eisenhower administration, said Roger Pielke Jr., a professor in the Environmental Studies Program at the University of Colorado. The committee itself is guilty of it, he added, pointing to a news release linking rising ocean temperatures to bigger and more frequent coastal storms, something about which there is still debate.

But the other witnesses spoke about how the administration had delayed, altered or watered down the findings of government scientists, the kind of thing they said they had not experienced in the Clinton administration.


Drew Shindell, a NASA scientist who said he was speaking as an individual, not for his agency, described research he and his colleagues did on ozone depletion and greenhouse gases over Antarctica.


Dr. Shindell said the findings helped explain recent cooling on the continent, a phenomenon cited by climate dissidents as challenging the mainstream view. And, he said, the findings suggested Antarctica might warm rapidly in the future, melting ice and sharply raising sea levels. By the time the administration had signed off on the work, he said, its importance had been played down and references to "rapid warming" had been deleted.


Another witness, Rick Piltz, said he resigned in protest in 2005 from his job with the federal Climate Change Science Program when he became convinced that the administration's goal was to "impede" the understanding of climate science among the public and even the Congress.
Part of his job, Mr. Piltz said, was to compile periodic assessments of government climate research for the Congress. "This report has essentially been made to vanish by the Bush administration," he said.

The fourth witness was Francesca Grifo, who directs the scientific integrity program of the Union of Concerned Scientists, a private group that researches environmental, arms control and other issues.


Dr. Grifo's testimony drew largely from a report produced by the Union of Concerned Scientists and the Government Accountability Project, a private group that defends whistle-blowers. The report, made public yesterday, is based on a Union of Concerned Scientists survey of federal climate scientists and interviews and document searches by the Government Accountability Project. It says it is common for scientists to be pressured to eliminate references to climate change, for their work to be changed to misrepresent their findings, and for climate-related materials to disappear from Web sites.

Almost 60 percent of the scientists who responded to the survey said they had personally experienced such an incident in the last five years, the report says, and those who said their work was most closely related to climate change experienced the most interference. (Information about the report is available at www.ucsusa.org.)


Representative Darrell Issa, Republican of California, noted that a majority of scientists queried had not responded to the survey. Dr. Grifo said she attributed that to the "chilling effect" of administration actions. Anyway, she said, scores of scientists reported problems. "That number should be zero," she said.

Es evidente que, en un tema tan sensible con unas repercusiones tan importantes en la esfera económica de un país como es el cambio Climático hayan muchas presiones y muy intensas. Los grandes intereses económicos intentan influir en la política para conseguir llevar a cabo sus intereses. USA no es una excepción y la prueba es lo que cuenta la noticia del NYT.

Estos grupos de presión intentan valerse de todos los métodos a su alcance para promocionar sus ideas. E incluso llegan a ponerse el traje de científico y publican trabajos donde se intenta demostrar sus tesis. Probablemente el caso más paradigmático de esta última afirmación sea el libro The skeptical environmentalist: Measuring the real state of the World del danés Bjørn Lomborg. Lomborg está doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad de Copenhaguen. O sea que es un científico que conoce el método científico y la forma de pensar de los científicos. Este libro trata de rebatir una a una y de forma detallada mediante el empleo de literatura científica todas las quejas de los grupos ecologistas sobre el estado ambiental de la Tierra.

A través de sus 515 páginas va demostrando que los grupos ecologistas sólo son unos quejicas y que, encima, no tienen razón. El primer capítulo está dedicado a demostrar que el Worldwatch Institute, World Wide Fund for Nature y Greenpeace (las tres organizaciones ecologistas sobre las que centra sus críticas) sólo son unos quejicas, unos lloricas y que, encima, tergiversan la realidad. Después repasa y "demuestra" que, a lo largo de la historia de la humanidad y más concretamente en los últimos 200 años, la esperanza de vida se ha incrementado en todo el mundo, que el hambre se ha reducido y que ha habido un aumento general de la prosperidad. Este aumento de la prosperidad se ha traducido en una disminución de la deforestación, un incremento de la energía tanto a partir de combustibles fósiles (que evidentemente nunca se acabarán) como de energías renovables (que no son rentables), un incremento de los recursos no energéticos (que tampoco se acabarán), un espectacular aumento de la población que tiene acceso al agua potable, una disminución de la contaminación atmosférica y de la lluvia ácida en los últimos 20 años, así como un descenso del asma y otras enfermedades respiratorias y de la contaminación del agua (minimizando los problemas de vertidos de productos tóxicos). La última parte la dedica a desmontar nuestros temores sobre el uso masivo de pesticidas (no son tan malos), la pérdida de biodiversidad (nunca se habían preservado tantas especies como hoy en día) y el cambio climático (lo que cuentan los científicos sólo son patrañas) y a trazar lo que, según Lomborg, es el estado "real" del medio ambiente. Según él, el medio ambiente del mundo nunca ha estado mejor.

El libro fue publicado originalmente en danés en 1995 bajo el título "Verdens Sande Tilstand", pero no fue hasta 2001 que alcanzó relevancia cuando apareció la traducción inglesa con el título "The Skeptical Environmentalist". Yo leí una reseña del libro que salió publicada en la revista Climate Policy en 2002, y decidí comprármelo. Empecé a leermelo con mucho interés (el tema me parecía atractivo) y a medio libro lo dejé. Bajo la apariencia de ser un libro científico, serio y riguroso (¡hay 70 páginas de bibliografía citada en el libro!) me parecía un libro perverso. Utilizaba la bibliografía de forma parcial, tendenciosa y de forma simplista para demostrar sus tesis. Como yo, hubo mucha gente a la que este libro le produjo urticaria y empezaron a publicarse cartas en contra de este libro en las prestigiosas revistas de Science, Nature y Bioscience, entre otras.

Este libro fue inmediatamente aprovechado por los grupos de presión que estaban en contra del Cambio Climático y de los problemas medioambientales para decir que estos problemas eran inventados. Este libro era un estudio científico publicado por un científico. Y esto les daba el marco científico que estos grupos de presión habían estado buscando durante mucho tiempo. Ahora los grandes lobbies económicos en contra del Cambio Climático ya tenían argumentos científicos en contra de las patrañas inventadas por los grupos ecologistas y se les podía rebatir con argumentos objetivos.

Del 2002 al 2004 no de dejaron de publicar artículos con aceradas críticas al libro donde se demostraba una y otra vez que Lomborg no había sido honesto científicamente hablando (podeis ver un resumen de los artículos publicados aquí y aquí a modo de ejemplo). Ante tal alud de críticas, la Comisión Danesa sobre la Deshonestidad Científica (organismo nacional que vela por el buen hacer de los científicos) abrió un primer expediente a Lomborg y lo expulsó de la comunidad científica por prácticas deshonestas. Tal y como se puede leer en su página web, parece ser que, al final, la Comisión revocó su primer veredicto y Lomborg fue readmitido.

Muchos fueron los que apuntaron que este libro fue encargado por los grandes grupos económicos de presión para intentar contraatacar a las organizaciones ecologistas y justificar sus desmanes medioambientales.

Suerte que el tiempo ha acabado poniendo en el lugar que se merece a este libro ...

martes, enero 30, 2007

Reunión del IPCC en París: primer avance del informe sobre el Cambio Climático

Leo hoy en el periódico del New York Times que ya ha empezado la reunión final del Panel InterGubernamental del Cambio Climático (IPCC, sus siglas en inglés) que se celebra en París del 29 de Enero al 1 de Febrero. Aquí os dejo la notícia que ha publicado este periódico:

By JAMES KANTER and ANDREW C. REVKIN
Published: January 30, 2007

PARIS, Jan. 29 — Scientists from across the world gathered Monday to hammer out the final details of an authoritative report on climate change that is expected to project centuries of rising temperatures and sea levels unless there are curbs in emissions of carbon dioxide and other gases that trap heat in the atmosphere.


Scientists involved in writing or reviewing the report say it is nearly certain to conclude that there is at least a 90 percent chance that human-caused emissions are the main factor in warming since 1950. The report is the fourth since 1990 from the Intergovernmental Panel on Climate Change, which is overseen by the United Nations.


The report, several of the authors said, will describe a growing body of evidence that warming is likely to cause a profound transformation of the planet.


Three large sections of the report will be forthcoming during the year. The first will be a summary for policy makers and information on basic climate science, which is expected to be issued on Friday.


Among the findings in recent drafts:


- The Arctic Ocean could largely be devoid of sea ice during summer later in the century.

- Europe’s Mediterranean shores could become barely habitable in summers, while the Alps could shift from snowy winter destinations to summer havens from the heat.

- Growing seasons in temperate regions will expand, while droughts are likely to ravage further the semiarid regions of Africa and southern Asia.


“Concerns about climate change and public awareness on the subject are at an all-time high,” the chairman of the panel, Rajendra Pachauri, told delegates on Monday.


But scientists involved in the effort warned that squabbling among teams and government representatives from more than 100 countries — over how to portray the probable amount of sea-level rise during the 21st century — could distract from the basic finding that a warming world will be one in which shrinking coastlines are the new normal for centuries to come.


Jerry Mahlman, an emeritus researcher at the National Center for Atmospheric Research in Boulder, Colo., who was a reviewer of the report’s single-spaced, 1,644-page summary of climate science, said most of the leaks to the news media so far were from people eager to find elements that were the most frightening or the most reassuring.


He added in an interview that such efforts distracted from the basic, undisputed findings, saying that those point to trends that are very disturbing.


He noted recent disclosures that there is still uncertainty about the pace at which seas will rise because of warming and the melting of terrestrial ice over the next 100 years. That span, he said, is just the start of a rise in sea levels that will almost certainly continue for 1,000 years or so.


Many economists and energy experts long ago abandoned any expectation that it would be possible to avoid a doubling of preindustrial carbon dioxide concentrations, given the growth of human populations, use of fossil fuels, particularly coal, and destruction of forests in the tropics.

The report is likely to highlight the hazardous consequences of that shift by finding that reaching twice the preindustrial concentration of carbon dioxide will probably warm climate between 3.5 and 8 degrees Fahrenheit and by highlighting that there is a small but significant risk that such a buildup can produce even more warming.


One major point of debate in early drafts of the report is the projection of a smaller rise in sea level than the last report as scientists relying on computer models and field observations struggle to find a consensus. Some scientists say that the figures used in the coming report are not recent enough because they leave out recent observations of instability in some ice sheets in Antarctica and Greenland.


Another possible point of contention during the four days of closed sessions in Paris this week may be assertions in early drafts of the report that the recent warming rate was blunted by particle pollution and volcanic eruptions.

Some scientists say the final report should reflect the assumption that the rate of warming in coming years is likely to be more pronounced than that of previous decades.


Achim Steiner, the executive director of the United Nations Environment Program, said the findings presented Friday should lead decision makers to accelerate efforts to slash carbon emissions and to help people in vulnerable parts of the world prepare for climate change.


“These findings should strengthen the resolve of governments to act now to reduce greenhouse gas emissions and put in place the medium- to longer-term strategies necessary to avert dangerous climate change,” Mr. Steiner said.


In a new report issued Monday, his agency said the most recent evidence from mountain glaciers showed that they were melting faster than before.


In the past year, international concern over what to do about global warming has grown along with concrete signs of climate change. Even so, political leaders are still groping for ways to tackle the phenomenon. Europe has adopted a program that caps the amount of emissions from industrial plants.


But the world’s largest emitter, the United States, still is debating whether to adopt a similar policy, while developing countries like China are resisting caps on the ground that the industrialized countries contributed about 75 percent of the current volume of greenhouse gases and should make the deepest cuts.


Many experts involved in the intergovernmental panel’s process said there was hope that with a prompt start on slowing emissions, the chances of seeing much greater warmth and widespread disruption of ecosystems and societies could be reduced.


Outside experts agreed.


“We basically have three choices: mitigation, adaptation and suffering,” said John Holdren, the president of the American Association for the Advancement of Science and an energy and climate expert at Harvard. “We’re going to do some of each. The question is what the mix is going to be. The more mitigation we do, the less adaptation will be required and the less suffering there will be.”


Están acabando de perfilar el informe que sintetizará 6 años de trabajo de algo más de 2500 científicos especialistas en Cambio Climático.

Los científicos allí reunidos manejan varias versiones de este informe: desde la más catastrofista hasta la más amable, pero todas con la rigurosidad científica imprescindible que se le solicita a un documento de tal magnitud. La existencia de estas versiones no se debe a que los científicos pretendan ser extremistas o dulcificar la realidad, sino a que los resultados varían ligeramente en función del Modelo Climático Global (Global Climate Model, GCM, en inglés) que se ha empleado para realizar las predicciones.

Los modelos son, en esencia, iguales (son aproximaciones matemáticas sumamente complejas que modelizan el comportamiento físico-químico de la atmósfera, hidrosfera y criosfera y sus interrelaciones bajo unas determinadas condiciones climáticas de partida que establecen los científicos a partir de datos meteorológicos actuales) pero se diferencian en los detalles. Como todas las modelizaciones, hay priorizar algunas variables frente a las otras, y los diferentes modelos existentes se diferencian precisamente en eso. De ahí las diferencias. Y por lo que parece, se inclinarán por la menos catastrofista y más severa.

Estas discusiones no están exentas de polémica porque existen varios grupos de presión que están intentando que el informe final vaya en la dirección que más interesa a estos grupos. La composición de estos "lobbies" es variopinta y se puede encontrar desde países que se niegan a ratificar el Tratado de Kyoto (USA, China y Australia son los más relevantes) a grupos económicos con intereses muy poderosos y concretos (como las grandes compañías petroleras en general, y la Exxon, en particular) y organizaciones ecologistas, que intentan que se presente el informe más catastrofista.

La principal conclusión que ya hace tiempo que se está apuntando es la de culpar al hombre y sus actividades del actual calentamiento que está sufriendo la Tierra. El problema es cómo se presenta esta conclusión ...

De las ideas fundamentales que presentará este informe, y que avanza la notícia del New York Times, hay una me preocupa especialmente porque me afectará directamente: el informe enfatiza que la cuenca Mediterránea será difícilmente habitable durante los meses de verano, tanto por el incremento de temperatura como por la disminución (aún más si cabe ...) de la precipitación. Ya tengo ganas de ver este informe ...

viernes, enero 12, 2007

La versión economicista del Cambio Climático

Hoy, en el periódico de El País (¡para variar!) ha salido publicada esta notícia. Os la pego aquí debajo:

Crisis energética en Europa
Bruselas impulsa el uso de las energías renovables
La Comisión presenta una plan para que el 20% del consumo proceda de fuentes alternativas en 2020

"Los días de una energía barata se han acabado para Europa". Con esta sentencia encabeza la Comisión su documento estratégico Una política energética para Europa, presentado ayer, en el que plantea un denso paquete de medidas para hacer frente a un doble reto: detener el calentamiento del planeta por las emisiones de CO2 y reducir la dependencia exterior. Entre las palancas previstas, están la promoción de energías renovables, la reducción del consumo, la creación de un verdadero mercado competitivo de la energía, sin monopolios, y un apoyo a las nuevas tecnologías que permiten un bajo nivel de emisiones de carbono. La energía nuclear se elogia como una de las más eficientes para estos objetivos, pero se evita un pronunciamiento expreso.

Se trata, según el propio presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, de desarrollar "una nueva revolución industrial", que implicará la puesta en marcha de nuevas políticas para la UE.

La energía marcará los primeros meses de la presidencia alemana de la Unión y será el gran tema de discusión de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del próximo marzo, según la canciller, Angela Merkel. La abierta división entre países sobre algunos puntos sensibles, como la energía nuclear o la división de los grandes monopolios para aumentar la eficiencia y la competencia, obligará a un serio debate en el seno de la UE, para consensuar las bases mínimas. El futuro político de Europa está cada vez más ligado a su capacidad para afrontar los múltiples desafíos energéticos.

El aumento de las energías renovables es uno de los aspectos en los que hay mayor consenso. El objetivo de Bruselas es que el conjunto de estas energías (hidráulica, solar, eólica, biofuel y biomasa, principalmente), representen un 20% del consumo total en 2020, frente al 7% actual. La UE empezó a promover el uso de estas energías en 1997. Desde entonces, su uso ha crecido un 55%, pero no se logrará que su peso llegue al 12% que se había previsto para 2010.

Según la Comisión, las energías renovales tienen un fuerte potencial, especialmente en la producción de electricidad, hasta el punto de que podrían representar un tercio de la misma en 2020. La energía eólica proporciona actualmente el 20% de la electricidad que necesita Dinamarca, el 8% en España y el 6% en Alemania.

Otro sector con un gran potencial es el del biofuel (combustible derivado de desechos de materia orgánica). Suecia, mediante el bioetanol, ha logrado ya una producción equivalente al 4% de sus necesidades de petróleo. La Comisión estima que el biofuel podría aportar el 14% de las necesidades de carburantes en el transporte en 2020.

A estas medidas hay que sumar el objetivo de reducir el actual consumo de energía primaria (la utilizada para producir otras energías) en un 20% para 2020, aprobado el pasado octubre. Si se lograra, significaría que la UE precisaría un 13% menos de la energía que utiliza hoy, lo que supondría un ahorro de 100.000 millones de euros y 780 millones de toneladas de CO2.

La reducción de las emisiones de CO2 es la otra gran palanca de la política energética europea. En este campo se plantea un doble objetivo. En el plano internacional, la UE propugna reducir en un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero de los países desarrollados para 2020. Se trata de una iniciativa en la que se busca arrastrar y comprometer a los demás países desarrollados, pero que cuenta con el rechazo de China e India. Para la Europa de los Veintisiete, la propuesta de la UE es reducir las emisiones de CO2 en un 20%, "como mínimo", para 2020.

La ruptura de los actuales monopolios de los productores de gas y electricidad, para dejar libres las redes de transporte, ha provocado un serio enfrentamiento entre la Comisión y algunos Estados como Alemania y Francia, que se oponen a la división de sus grandes compañías. La Comisión ha encontrado una vía para satisfacer los intereses de estos dos países ofreciendo una doble posibilidad: dividir la propiedad de las actividades de generación, transporte y distribución, o crear un gestor independiente que administre las redes de distribución de forma que no perjudique a los nuevos entrantes.

Dependencia exterior

Tanto el documento de la Comisión, como el propio Barroso y la comisaria de Competencia, Neellie Kroes, subrayaron sin embargo que "la separación de propiedades era de lejos la forma más eficiente", mientras que el gestor independiente tendría "una regulación más costosa y sería menos efectiva".

Otras medidas propugnan la multiplicación de los suministradores. Las previsiones de dependencia exterior son más que inquietantes. El peso de las importaciones de gas aumentará desde el 57% actual al 84% en 2030, mientras que las de petróleo pasarán del 82% actual al 93%

Lo interesante de la notícia es que pone de relieve la parte del coste económico del cambio climático. Ya lo hizo en su momento de forma muy rigurosa y exhaustiva. La prueba es que el informe Stern sobre el coste económico del Cambio Climático levantó mucha polvareda. Y ahora vuelve a la carga la Unión Europea pero desde otra perspectiva algo más práctica: potenciando las energías renovables y proponiendo medidas para reducir las emisiones de CO2.

jueves, enero 11, 2007

El País: El Cambio Climático y el Mediterráneo.

Hoy doble ración de notícias sobre el Cambo Climático. Esta es la segunda notícia que publica el periódico El País:

El cambio climático amenaza con devastar las zonas turísticas en el Mediterráneo
Bruselas propone reducir en una quinta parte las emisiones de dióxido de carbono

La Comisión Europea propuso ayer reducir las emisiones de gases contaminantes para el año 2020 "por lo menos" en un 20% respecto a los niveles de 1990. Se trata del objetivo más ambicioso puesto hasta ahora sobre la mesa, fruto de los análisis que maneja Bruselas, que ofrecen un panorama dramático. Un estudio hecho público ayer por el Ejecutivo comunitario sostiene que el cambio climático tendrá un impacto devastador para el sur de Europa, en particular para las cosechas y para el turismo, que se desplazará hacia el norte en busca de temperaturas más soportables.

"La distribución de los impactos del cambio climático será probablemente desigual. Algunas regiones de Europa sufrirán de forma desproporcionada. En el sur de Europa, por ejemplo, el cambio climático reducirá la productividad de los cultivos, incrementará las muertes por calor y tendrá consecuencias negativas para el turismo estival", asegura uno de los documentos incluidos en el paquete de medidas energéticas que hizo ayer público el Ejecutivo comunitario, y que pretenden limitar la subida de la temperatura del planeta en dos grados centígrados en relación con el nivel de 1990.

El desbordamiento de los ríos, fuertes inundaciones, migraciones masivas de especies animales y un fuerte impacto económico son otros de los efectos que vaticina el llamado Estudio Peseta, del Centro de Investigación de la Comisión Europea, realizado gracias a imágenes de satélite y la compilación de los datos científicos más recientes.

"El patrón de los veranos puede cambiar radicalmente a lo largo de este siglo debido al cambio climático. El lugar con condiciones excelentes, situado ahora en torno al Mediterráneo (en particular para el turismo de playas), se desplazará hacia el norte, quizás hasta el mar Báltico o el mar del Norte", reza uno de los trabajos comunitarios. Pero matiza que el éxodo turístico será más o menos masivo dependiendo de la capacidad que tengan las empresas y los propios veraneantes para organizar sus vacaciones fuera de temporada, por ejemplo en primavera. El flujo de turistas que veranea en las costas del Mediterráneo es el mayor del planeta. Estos viajeros -unos 100 millones cada año- gastan 100.000 millones de euros en su periodo vacacional.

El llamado Estudio Peseta hace estas proyecciones considerando que a finales del presente siglo las emisiones de dióxido de carbono se duplicarán o incluso triplicarán con respecto a niveles preindustriales. Según estos cálculos, las cosechas disminuirán hasta un 22,4% en el sur de Europa, debido a que el periodo de crecimiento de los cultivos será más corto. En el norte del continente, sin embargo, las plantaciones se beneficiarán -hasta en un 70%- del acortamiento de los periodos de heladas.

Las olas de calor acarrearán, además, según el análisis científico presentado ayer, un incremento de la mortalidad durante los meses de calor, así como un mayor número de accidentes relacionados con fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones o tormentas. Este aumento lo cifra la Comisión Europea en 86.000 muertos más al año en la Unión, para el caso del escenario más catastrófico de los que maneja, es decir, un incremento de tres grados de temperatura a partir de 2071. Pero si las medidas que propone la Comisión funcionan y el planeta sólo se calienta 2,2 grados, el número de víctimas mortales se acercará a 36.000.

Trabajar para paliar las consecuencias del cambio climático tendrá además un coste astronómico que Bruselas estima en "miles de millones de euros" por año para la segunda mitad del siglo XXI.

La compilación de datos científicos que acompaña el documento comunitario es una batería de malas noticias que invita a la acción inmediata. El año 2005 fue el más caluroso de los registrados hasta la fecha, según cifras de la NASA, que sostiene además que los 10 años más calientes de la historia han tenido lugar durante la década de los noventa.

En respuesta a las propuesta de la Comisión Europea, las organizaciones ecologistas Greenpeace y World Wild Fund / Adena rechazaron ayer las cifras y objetivos del recorte del 20% en 2020 para las emisiones de gases de efectos invernadero, y calificaron el porcentaje reducción de "ínfimo y modesto", al tiempo que reclamaron que los recortes asciendan al 30%. Greenpeace denunció -informa Europa Press- que, con su planteamiento, la Comisión "traiciona a las futuras generaciones de ciudadanos de la UE, a las que quedará el verdadero legado de nuestra inacción en cambio climático". Por su parte, WWF consideró que el paquete energético es una "propuesta modesta".

Esta notícia me ha gustado porque trata dos aspectos que considero interesantes: la cuestión del impacto desigual en función de donde vivas y la cuestión del CO2.

Con respecto a la primera se introduce el concepto de límite. No es lo mismo vivir pegado al precipicio sabiendo que cualquier mal paso puede acarrearte desastres inimaginables que vivir bastante lejos de él. aunque lo tengas a la vista. En el primer caso se encontraría toda la cuenca del Mediterráneo, en general, y el sur de la Península Ibérica, de Italia y casi toda Grecia. El ecosistema mediterráneo en estas tres áreas está muy estresado hídricamente. Actualmente, la precipitación en la zona murciana apenas llega a los 300 mm anuales. Una reducción del 10% en la precipitación (que es lo que se estima que sucederá en los próximos años) tendría unas consequencias catastróficas para la estructura socio-económica de esta región. Y lo mismo pasaría para las otras dos regiones europeas.

En cambio, para los países centro-europeos (y no digamos ya los países nórdicos) el calentamiento global actual no es tan grave. Ellos viven en zonas no estresadas hídricamente. Por tanto una reducción de la precipitación de un 10-20% (cuando la precipitación media está entorno a los 700 mm) no acarrearía graves problemas. Sí los sufrirían porque su clima actual se "mediterranizaría" (tendrían lluvias torrenciales más frecuentes y más intensas) que comportarían otro tipo de problemas ambientales, pero no tendrían las graves carestías de agua que sufrirá la cuenca del Mediterráneo si las previsiones se cumplen.

No es lo mismo ver el toro desde el medio de la plaza que desde la barrera. Eso no significa que a los países centro-europeos y nórdicos no les interese el problema, al contrario. Ellos son los primeros interesados en que no se produzca esta situación. Una de las primeras consecuencias de "aridificar" aún más la cuenca del Mediterráneo implicaría la aparición de nuevas corrientes migratorias dentro de Europa hacia latitudes más septentrionales (nadie quiere vivir en un desierto) así como importantes costes económicos para intentar paliar dichas situaciones.

El otro punto interesante es la cuestión del CO2. A estas alturas, nadie cuestiona que el CO2 es un claro ejemplo de gas de efecto invernadero. Está de sobras demostrado ya que hay multitud de estudios científicos que avalan dicha afirmación. Por tanto, es imperativo reducir sus emisiones si no queremos que el planeta se caliente a un nivel que resulte perjudicial para nuestra estructura socio-económica actual. Pero no es el único gas de efecto invernadero que existe y que se libera masivamente a la atmósfera. El metano (CH4) es el segundo gas que comparte el podio con el dióxido de carbono. Hay tres grandes fuentes de metano: la primera está relacionada con la ganadería (la fermentación de la vegetación con que se alimenta a los rumiantes produce cantidades ingentes de este gas), la segunda procede de los yacimientos petrolíferos (como subproducto de la descomposición bacteriana de la materia orgánica que ha acabado dando lugar al petróleo y sus derivados) y la tercera se relaciona con los fondos marinos.

El fondo de los mares está lleno de materia orgánica procedente de la muerte, y posterior hundimiento, del fitoplancton y otros organismos. Esta matéria orgánica, cuando llega al fondo, es enterrada por los sedimentos que se van acumulando y descompuesta por las bacterias. Uno de los productos de degradación es el metano. Ese metano, debido a las condiciones de presión (por debajo de los 300 m de profundidad) y de temperatura (aproximadamente +2º C), no es liberado hacia la superfície si no que forma un compuesto sólido junto con el agua que se llama clatrato. Este compuesto es estable mientras no se cambien las condiciones ambientales que lo mantienen confinado.

Con el actual calentamiento global, la temperatura del agua de los océanos está subiendo. Este incremento en la temperatura media de los océanos está implicando que se están modificando las condiciones de estabilidad del metano, lo que a su vez, está permitiendo que los clatratos no sean ya estables, se destruyan y liberen el CH4 al agua. El metano forma burbujas, las cuales mayoritariamente llegan a la superfície del mar y, por ende, a la atmósfera. Por foto-oxidación, el metano se convierte en dióxido de carbono retroalimentando positivamente el calentamiento global. Hay que tener en cuenta que 1 litro de clatrato sólido contiene 168 litros de metano gas, y que actualmente, se calcula que hay depositados en el fondo marino la friolera cantidad de 1x10×1015 - 5×1015 m3!! o lo que es lo mismo: entre 500 y 2500 gigatoneladas de carbono. A modo de comparación se calcula que en la actualidad hay 700 gigatoneladas de C en la atmósfera. O sea, id haciendo cálculos ...

Lo preocupante de este último mecanismo es que, pasado cierto umbral (que aún no se conoce a ciencia cierta aunque hay varias hipótesis al respecto), se vuelve imparable.

Otra buena razón para exigir que se reduzcan las actuales emisiones de CO2, ¿no?

Editorial Nature sobre el impacto de los aviones en el Cambio Climático

Hoy, la prestigiosa revista científica Nature ha publicado una editorial donde pone de relieve el papel que juegan los aviones en la cuestión del Cambio Climático. Aquí teneis la editorial, pero como siempre, os pego aquí debajo la notícia:

Editorial
Nature 445, 125-126 (11 January 2007) | doi:10.1038/445125b; Published online 10 January 2007

Off the rails

Aviation's role in climate change is causing a storm.

When a politician is accused of being "foolish", "ill-informed" and not having "a clue what he's talking about", you might expect the complaints to be legitimate. But such venomous language could also betray a different explanation: the politician may have rattled someone's cage. So it was last week, when aviation boss Michael O'Leary reacted furiously to comments made by Ian Pearson, the British government's hitherto low-key environment minister.

Pearson had accused Ryanair, the Irish budget airline that O'Leary runs, of doing too little to tackle climate change, memorably branding the airline "the irresponsible face of capitalism". The fact that O'Leary protested rather too much was down to more than his well-earned reputation as a self-publicist. As pressure grows on the aviation industry, Ryanair and other airlines find themselves in an increasingly uncomfortable position.

The problem lies with two diverging industry trends. On the one hand, flying is more popular than ever before. British passenger numbers are predicted to double to 475 million per year by 2030, for example, and in China, according to the World Bank, passenger numbers grew by a whopping 28% from 2003 to 2004.

Progress in improving the fuel efficiency of aircraft is, by contrast, gradual. Current trends suggest that gains of 1–2% per year will be the norm for the foreseeable future. Only a step change in aeroengine design might increase this, but with current approaches being so safe and reliable, and change so expensive, that seems improbable.

As a result, the growth in aviation emissions, if left unchecked, is liable to wreck attempts to reduce greenhouse-gas emissions. In Britain, for example, airlines' emissions are growing by around 7% each year, even as the government prepares to set in law a commitment to cut national emissions to 60% below 1990 levels by 2050. According to the Tyndall Centre for Climate Change Research, the rest of the economy would have to move to zero emissions in order to sustain aviation growth and meet the target.

It is clear that something will have to give. If real cuts are to be made in carbon emissions, aviation growth will certainly have to level off. The number of trips may even need to be cut. These are truths that the airline industry does not want to hear.

The first moves towards such a future are now being made. The European Commission announced in December that it plans to include domestic flights in its carbon emissions trading scheme by 2011, with intercontinental flights joining the scheme the following year. This is a critical first step towards a future in which consumers start to pay for the environmental cost of flying.

For now, several European airlines say they are in favour of emissions trading, perhaps because they anticipate being eased gently into the scheme with relatively generous emissions targets. The full test of their support will come in the years after the scheme starts, when emissions will need to be capped tightly enough to reduce the growth in airline traffic.

But some, led by O'Leary's Ryanair, are opposed from the start. US airlines are sending an equally indignant message behind the scenes, Pearson says. This opposition may lead to a legal challenge from US airlines to the proposed inclusion of intercontinental flights.

European Commission officials say they are confident of the legality of their approach. But if the US legal action or non-cooperation of the airlines make emissions trading unworkable, more radical alternatives may have to be considered. One such approach would be to review European adherence to the 1947 Chicago Convention, the international agreement that prohibits the taxation of aviation fuel, and hence gives the industry a permanent advantage over its competition, such as rail travel. That would really give O'Leary and his allies something to squeal about.

La verdad es que el impacto que provocan los aviones en el clima es espectacular porque incide de múltiples formas.

La primera es la que comenta la editorial de Nature: los aviones emiten gran cantidad de CO2 a la atmósfera. De hecho hay estudios que han cuantificado la cantidad de CO2 emitido por pasajero y viaje. En 1995, el Boing 767 que viajaba semanalmente de Londres a Washington DC emitía una tonelada de CO2 por viajero y trayecto. Si, lo habeis leido bien: ¡una tonelada! Aquí podeis ver la notícia que publicó Nature al respecto. Y eso sólo es un avión. Imaginad la cantidad de dióxido de carbono que emiten todos los aviones anualmente.

La segunda forma se refiere a los aerosoles emitidos por la combustión del queroseno. Los aerosoles actúan como pantalla reflectora reflejando parte de la radiación solar. Como consecuencia, se produce un enfriamiento de la troposfera, y por tanto, de la superfície terrestre. Es decir, de alguna forma, los aerosoles en general, y los procedentes de los aviones en particular, compensan el actual calentamiento global que estamos experimentando. O dicho de otra forma, los aerosoles están, en parte, emmascarando el calentamiento global. Éste, es mucho más elevado de lo que los datos nos dicen. Aquí os dejo un artículo de fondo donde se analizan las consecuencias de los aerosoles en general. Las conclusiones que obtiene el autor son totalmente aplicables a los aerosoles que emiten los aviones.

La tercera forma está relacionada con la anterior. Los aerosoles actúan como agentes nucleadores de nubes. Por tanto, los aviones favorecen el crecimiento de nubes, más concretamente, de nubes muy parecidas a los cirros (ya que estas nubes son las que más se forman como consecuencia a la altitud donde vuelan los aviones comerciales), y, además, modifican sus propiedades radiativas. Por tanto, los aviones pueden condicionar la formación de nubes donde, de otra forma, no se formarían. Estas nubes cambian el balance de radiación de amplias zonas del planeta, especialmente en las zonas más desarrolladas. Estos cirros actúan de dos formas: la primera es reflejando la radiación que llega del sol e impidiendo que ésta llegua a la superfície terrestre, y la segunda es actuando como trampas de calor, porque atrapan la radiación infrarroja que la Tierra emite, evitando que se disipe hacia el espacio. El resultado final no está claro, pero parece que atrapan más calor del que llegan a reflejar, contribuyendo así al calentamiento global. Aquí teneis el capítulo del último informe del IPCC (Inter-Gubernamental Panel del Cambio Climático) donde se detalla exhaustivamente toda esta cuestión.

La cuarta es el favorecimiento en la formación de ozono (O3). Uno de los gases resultantes de la combustión del queroseno son los óxido de nitrógeno (lo que en la literatura científica se conoce como NOx). Los dos más importantes son el NO y el NO2. Estos dos gases se oxidan rápidamente debido a la radiación ultravioleta dando como consecuencia la formación de ozono. El ozono es, junto al CO2 y al metano (CH4), un poderoso gas de efecto invernadero. Por tanto, hay una potenciación de los gases de efecto invernadero.

Y la quinta forma es, para mí, la más espectacular. Esta forma se refiere a las trazas que dejan los aviones en el cielo durante su vuelo. Estas trazas están compuestas por valor de agua, sulfatos, partículas de combustión y aerosoles varios. Estudio llevado a cabo justo después del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York. Durante los tres días posteriores al ataque (del 11 al 14 de septiembre de 2001) EE.UU. prohibió los vuelos comerciales y de pasajeros en todo su territorio. Esta prohibición permitió a un grupo de científicos estudiar las oscilaciones de temperatura de esos tres días sin la influencia de los aviones. Aquí teneis ese estudio y aquí la nota que publicó Nature. Lo que pudieron constatar estos científicos es que durante los tres días que no hubo aviones en el aire aumentó la diferencia existente entre el máximo de temperatura diaria y el mínimo nocturno. Varios investigadores habían mantenido que las trazas de los aviones podían reducir la transferencia de la radiación solar hacia la Tierra y de la radiación infrarroja reflejada por la Tierra hacia el exterior, y por tanto reduciendo el rango de oscilación de la temperatura diaria. Hasta ese momento, esta explicación no había pasado de mera hipótesis de trabajo porque no se había podido demostrar. El trabajo de David J. Travis, Andrew M. Carleton y Ryang Lauritsen permitió demostrar dicha hipótesis y, lo que es más importante, cuantificarla.

¿Cual es el resultado final de todas estas contribuciones? Pues parece que, al final, los aviones contribuyen de forma neta al calentamiento global, aunque hay aspectos que aun no estan claros del todo.

Impresionante y complicado el efecto de los aviones sobre el clima ¿no?

miércoles, enero 10, 2007

2006: El año más caluroso ... ¿de verdad?

Hoy publica El País una noticia sobre el cambio climático. La podeis leer aquí, pero por si acaso, os pego la notícia:

España vivió en 2006 el año más caluroso, y los expertos culpan al cambio climático. Las temperaturas estuvieron 1,34º por encima de la media del periodo de referencia

El año 2006 ha sido para España el más caluroso de la historia, al menos desde que hay registros, aproximadamente hace 150 años. Según el Instituto Nacional de Meteorología, las temperaturas estuvieron 1,34º por encima de la media. Este valor supera al que se dio en 2003 (1,32º), que hasta ahora ostentaba el récord con una ola de calor que causó miles de muertos en toda Europa. Los cuatro años más cálidos registrados en España se han vivido desde 1995, y todo indica que 2007 puede batir récords históricos. La razón, según los expertos, está en el cambio climático.

Las temperaturas estuvieron este año pasado 1,34º por encima de la media del periodo de referencia (1961-1990), según los datos del Instituto Nacional de Meteorología (INM) facilitados por Arturo Gonzalo Aizpiri, secretario general para la Prevención de la Contaminación y el Cambio Climático.

"El año 2006 ha sido el más caluroso desde que tenemos registros y se puede decir que el más cálido de la historia de España", afirmó Aizpiri en una rueda de prensa para hacer balance del año pasado.

Aizpiri indicó que el segundo año más cálido fue 2003, con una anomalía de 1,32º por encima de la media histórica. Señaló además que los años más cálidos en la historia de España han estado entre los 20 últimos años. Durante 2006 se extremaron las temperaturas. "Fueron más cálidas de lo normal en verano y más frías en invierno, en un contexto internacional de cambio climático", agregó.

Este periódico intentó sin éxito que el INM dijese cuál es la media que se utiliza como referencia para establecer las subidas de temperatura. En declaraciones a Europa Press, el portavoz del INM, Ángel Rivera, sí explicó que en algunos observatorios se ha demostrado que 2006 ha sido el más cálido desde el inicio de las observaciones, a principios de siglo. Es el caso de Madrid-Retiro (que recoge datos desde 1900); Ciudad Real (desde 1971); Albacete (1941); Soria (1946); Burgos (1946); Barcelona-Prat (1925); Tortosa (1904); Girona (1973); Murcia-San Javier (1946); y Zaragoza (1941).

A juicio del portavoz de Meteorología, la subida se enmarca en una tendencia global de ascenso de las temperaturas consecuencia del cambio climático, un proceso provocado en una gran parte por la actividad humana". Rivera indicó que lo ocurrido en 2006 "está totalmente en la línea" del cambio climático que se está dando en todo el planeta y recordó la existencia de estudios que indican una mayor incidencia del fenómeno en la Península Ibérica y el Mediterráneo, dentro del contexto del hemisferio Norte.

En este sentido, los cálculos recientes de la Oficina Meteorológica de Reino Unido prevén que 2007 bata todos los récords y se convierta en el año más caluroso de la historia del planeta debido al fenómeno de El Niño. Esta alteración atmosférica se caracteriza por la llegada de aguas inusualmente calientes a la costa noroeste de Suramérica y se considera la causa principal de la variación de las temperaturas. Pese a esta predicción, Rivera explicó que la influencia de este fenómeno en Europa "no está tan clara" y sus consecuencias "no se conocen con seguridad".

Según el INM, los meses más calurosos durante 2006 fueron, por orden de mayor a menor, mayo (especialmente en el centro y este peninsular), julio (especialmente en la mitad norte y costa mediterránea), octubre (mitad oriental), noviembre (cuadrante nororiental), abril (vertiente mediterránea) y junio (en la mitad norte).

Los más fríos fueron febrero (especialmente en el cuadrante noroccidental y valle del Ebro), enero y diciembre. Meteorología destaca que los meses veraniegos fueron muy calurosos y los invernales fríos. Es decir, 2006 ha sido un año de fuertes contrastes térmicos, aunque con un claro predominio de los valores más altos de lo normal.

La subida de la temperatura en España está por encima de la registrada en el resto del continente. La Organización Meteorológica Mundial afirma que el año que acaba de pasar fue el sexto más cálido desde que hace siglo y medio comenzaron los registros.

Hay varias cuestiones que sorprenden de esta notícia. La primera es la referencia que hace el periódico a la negativa del Instituto Nacional de Meteorología a definir cual es es periodo de referencia que se emplea para calcular las anomalías. Sorprende esta negativa máxime cuando se sabe que dicho periodo es el comprendido entre 1960 y 1990. ¿Porqué hay esa negativa? Pues no lo sé ... pero sorprende porque no es ningún secreto de Estado ...

La segunda cuestión que sorprende es la relación de estaciones meteorológicas que se citan en donde se ha determinado las anomalías más elevadas. La primera estación meteorológica citada es Madrid-El Retiro. O sea una estación meteorológica situada en pleno centro de una ciudad. Los datos obtenidos en estaciones situadas dentro de ciudades son poco fiables porque, en su mayor parte, lo único que reflejan es el aumento del gasto energético. Las ciudades han ido creciendo con el paso del tiempo, y con ellas, ha ido aumentando el consumo de energía (más calefacciones y aires acondicionados, más coches, más asfalto, más fábricas en su cinturón industrial, ...). Todo ello implica un aumento del calor que retiene la ciudad (el asfalto actúa como acumulador térmico) y del que emite (lo que se conoce como efecto isla, y que engloba el emitido por las calefacciones y aire acondicionado, y por el asfalto debido al albedo). Aunque es un fenómeno que se conoce desde hace mucho, es muy difícil cuantificarlo para poderlo eliminar de las series de temperatura y, así, determinar cual es su tendencia real. Este hecho provoca que, los datos meteorológicos obtenidos por estas estaciones, haya que cogerlos con cautela. El caso de Madrid-El Retiro no es aislado. La mayor parte de las estaciones meteorológicas españolas están situadas dentro o muy próximas a grandes núcleos urbanos.

Y la tercera cuestión hace referencia a la longitud de las series meteorológicas. La mayor parte de las series meteorológicas son muy cortas (cuatro estaciones se instalaron durante la década de los 40, Ciudad Real empieza en 1971 y Girona dos años después). Es muy difícil determinar si un fenómeno es inusual o no con series de datos tan cortas. Para poderlo asegurar con rigurosidad es necesario poder disponer de series de datos largas (como mínimo un siglo, si no más). Sólo entonces se puede afirmar con rotundidad que el incremento observado para 2006 se puede atribuir al cambio climático o a la variabilidad climática natural. Y, de hecho, ninguna de las series meteorológicas españolas cubre los últimos 150 años. Solo hay una que sí que cubre todo este periodo y es la de Gibraltar. Y de ella no se comenta nada ...

Por tanto, con los datos que dispone España, no creo que se pueda afirmar que el 2006 haya sido el más caluroso de los últimos 150 años. Y que conste que no digo que no lo haya sido ...