jueves, septiembre 14, 2006

Retomando el trabajo en los sondeos de Rapa-Nui

Después de unas merecidísimas vacaciones estivales nos hemos vuelto a poner las pilas con los sondeos de Ranu-Raraku.

Después de muestrear los sondeos cada 5 centímetros, tocaba molturarlas para poder realizar la analítica prevista (difracción de rayos-x, geoquímica orgánica ...). Normalmente, las muestras de los lagos no presentan demasiados problemas a la hora de molturarlas. Una vez secas, se las coloca en un mortero de ágata y, mediante una mano de mortero, se van dando ligeros golpes a la muestra hasta dejarla finamente triturada.

El problema de las muestras de la parte superior del registro sedimentario de Ranu-Raraku era que las muestras estan constituidas fundamentalmente por macrorestos vegetales (grandes fragmentos de tallos, hojas y ramas de la vegetación acuática que hay presente en las orillas del lago). Estos grandes fragmentos vegetales no hay manera de triturarlos finamente a mano. Las fibras vegetales se chafan y se astillan en grandes fragmentos y no hay manera de romperlas en trozos muy pequeños.

Juan José y yo le estuvimos dando vueltas al asunto y, al final, se nos ocurrió una posibilidad. ¿Y si congelábamos las muestras con nitrógeno líquido y, una vez completamente congeladas, probábamos a molerlas mediante un molido de anillas? Cuando un material se congela a una temperatura muy baja (como los -296 grados Centígrados a los que está el nitrógeno líquido) se comporta de forma muy frágil, y cualquier golpe lo puede romper en mil pedazos.

Así que diseñamos todo un montaje para poder congelar las muestras y rápidamente molerlas mediante un molino de anillas. Para congelar las muestras utilizamos una cuchara de acero de las que se emplean para hacer té de forma individual. Una vez, puesta la muestra en el cestito del té, la sumergimos en nitrógeno líquido durante alrededor de un minuto. Cuando el nitrógeno dejaba de hervir quería decir que la muestra ya se había congelado. Entonces, rápidamente, la traspasábamos al molino de anillas, y después de 5 segundos de intensas sacudidas, la muestra quedaba reducida a un polvo finísimo. Sólo había que recuperar la muestra y traspasarla a su potecito correspondiente. El sistema, aunque algo pedestre, funciona a la perfección.


Esta tarea la hemos estado haciendo Bogusia, Juan José y yo durante estos últimos días ... ya casi hemos acabado. Aquí os dejo unas cuantas fotografías de todo el proceso ...

1 comentario:

Jose y Ana dijo...

Genial, Santi! Menudo trabajo congelar cada muestra y moler separadamente, pero realmente da buenos resultados. Ánimos con los sondeos de Pascua.