jueves, marzo 16, 2006

Ya estoy en casa

Ya se que este post no tiene que ver mucho con el desarrollo actual de la campaña (que está yendo absolutamente genial gracias al buen hacer de Blas, Ana, Alberto, Armand, Ovi y toda la família Riroroko!) pero creo que tengo que hacerlo, ahora que ya estoy más tranquilo ...

Soy Santi, y ya estoy en casa. Ayer, a media tarde, llegué después de mi periplo por medio mundo ...

Mi repatriación fue a las mil maravillas ...

El pasado jueves empecé mi regreso para España. Por la mañana me despedí de la família Riroroko. Los isleños tienen la tradición de regalarte algo cuando te vas de la isla. Dicen que lo hacen para que no olvides ni a la isla ni a su gente; Arturo, el marido de Luisa Riroroko, me regaló una camiseta con motivos de la lengua RongoRongo (la antigua lengua escrita de los Rapanuis, hoy extinta), y cada una de las tres hermanas Riroroko (Luisa, Ana Maria y Vania) un precioso collar hecho de conchas marinas. Se me hizo un nudo en la garganta y me costó mucho dar las gracias ... Y quería darlas de todo corazón. Durante los tres días que estuve su casa con la rodilla rota todo el mundo, y especialmente Ana Maria (Anita), se desvivieron por mí. Ana Maria no se separó de mi lado. Dejó de trabajar una semana para poderme atender. Me dió de comer, me lavó, me acompañó cuando hizo falta al hospital para cambiar el yeso para poder viajar en avión, me hizo compañía, me mimó cuando me vió triste y deprimido ... en fin, toda la família se desvivió por mí. Y por todo eso les estoy profundamente agradecido. Y lo estaré el resto de mi vida. No se traducir en palabras lo que siento por esta família ... espero ser capaz de hacerlo algún día ... cerrando los ojos y recordando sus cuidados, aún me embarga la emoción. Sólo espero poder volver algún día a la isla y decírselo. Para entonces, espero haber conseguido encontrar las palabras ...

A las 12 del mediodía una ambulancia me recogía de la casa de la família Riroroko para llevarme al hospital. Sin bajar de la ambulancia, Ricardo Estay, el médico chileno que fue a buscarme a la Isla y que me acompañó durante toda la repatriación y me cuidó, me suministró la primera inyección de eparina. Este medicamento es un anticoagulante y se suministra para evitar posibles trombos durante el viaje en avión. Allí mismo me despedí de todos. Para mí fue una despedida extraña: estaba contento porque tenía ganas de irme a casa para saber exactamente cómo estaba mi rodilla derecha, pero por otra parte, me fuí infinitamente triste ... tanto tiempo preparando (y deseando!) la campaña para tenerme que ir justo al principio de ésta ...

La ambulancia me llevó a pie del avión, justo hasta el lado de unos de esos camiones-cargo que se encargan de subir los suministros de comida a éstos. Me traspasaron de la ambulancia al camión-cargo, e hice mi entrada triunfal dentro del avión estirado en una camilla de madera, carreteado por 5 esforzados miembros del personal de tierra de LanChile. No os podeis imaginar la vergüenza que sentí ser el motivo de atención de todo el mundo ... me depositaron en un asiento lateral de la primera fila de business.

Vino la sobrecargo del avión (una preciosa chica chilena de piernas eternas), y me dijo que no separaría de mí. Efectivamente no me perdió de vista, y al mínimo movimiento que yo hacía, ya la tenía a mi lado para saber mis necesidades. El viaje fue algo accidentado porque el avión viajó montado sobre los vientos alisios (lo que implicó bastantes turbulencias ... con lo que me gustan ...). Además quedó claro que no estoy acostumbrado a viajar con tanto lujo, porque, justo después de la comida, empezaron a repartir DVD's portátiles ... y empezaron (como no!) por mí. Yo me pensaba que estaban teniendo una especial deferencia para conmigo, y algo cohibido, le pregunté a la sobrecargo cuantos auticulares podría contectar a dicho equipo. Me daba mucho palo, ponerme a ver yo solo una película, y dejar fuera a Ricardo, el médico que me acompañaba ... la sobrecargo me sonrió y, con una delicadeza infinita, me dijo que estos equipos eran individuales y que cada pasajero de la clase business dispondría de uno, con su respectivo maletín de 12 películas ... ya os podeis imaginar la vergüenza que sentí ... en fin! no se puede ser un paleto. La rodilla me fue doliendo durante el viaje. Ricardo me prometió conseguir calmantes más potentes.

Llegamos a Santiago de Chile a media tarde. Me recogió una silla de ruedas, y entre un chico del personal de tierra de LanChile y Ricardo, acumularon todo el equipaje en un carro. Una vez pasados los trámites de immigración, nos subimos a una ambulancia que nos llevó a un hotel NH de cuatro estrellas. Nos atendió personalmente el gerente del hotel y asignaron una suite, más grande que mi piso, a cada uno. Estaba viajando a todo lujo ... lástima que no estuviese en condiciones de poderlo disfrutar ...

Ricardo desapareció durante un rato para conseguir los calmantes prometidos y más dosis de eparina para poder realizar el resto del viaje. Cené como en las películas (descolgando el teléfono, pidiendo por el servicio de habitaciones y cenando en la misma habitación un pescado buenísimo) y me fuí a dormir relativamente pronto. Estaba molido. Demasiadas emociones para un solo día ...

Durante la mañana del viernes descubrí las limitaciones reales de mi estado; ir al baño fue toda una odisea, y viendo que me cansaba horrores, decidí que ya me afeitaría cuando estuviese en Barcelona. Mi aspecto era horrible: llevaba sin afeitarme algo más de una semana, y decidí que, a estas alturas, un día más ya no importaría. Después del preceptivo desayuno y de la inyección de eparina, nos recogió la misma ambulancia del día anterior para llevarnos al aeropuerto.

Allí, todo fue un barullo de papeles y controles. Cuando le pregunté al chico que conducía la ambulancia por todo el follón que intuía desde dentro de la ambulancia, y me contó que habíamos elegido el peor dia para volar: al día siguiente (el sábado 11) tomaba posesión de su cargo la nueva presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y durante todo el viernes estaban llegando los jefes de estado extranjeros que iban a asistir a ese evento ... después de pasar no-se-cuantos controles policiales y militares llegamos a pie del avión de Iberia que debía llevarnos a Madrid.

Volvimos a subir al avión mediante un camión-cargo. A diferencia de las azafatas de LanChile, las de Iberia eran muy ariscas y altivas. Nos colocaron en los asientos del lado derecho de la última fila de la clase business. Por mucho que lo intentaron yo no cabía y el pie de mi pierna derecha quedaba en medio del pasillo, expuesto a toda clase de golpes. Ante nuestras protestas (nosotros queríamos ir en los asientos de la primera fila ya que son muchísimo más espaciosos ...), me dijeron que ya pasarían los carros del servicio con mucho cuidado ... En ese momento apareció el capitán, y apiadándose de mi pie, le dijo a la sobrecargo, que nos instalasen en la primera fila, donde hay mucho más espacio. El cambio lo hicieron de mala gana ... y el trato para con nosotros durante el viaje fue seco. Suerte que las azafatas estan a tu servicio ... igual el problema era que nosotros no íbamos vestidos con traje y no llevábamos gomina ... los especímenes que iban vestidos así tuvieron un trato mucho mejor que nosotros ... lo que hacen las apariencias!

El viaje se me hizo largo, y eso que sólo dura 12.5 horas, a diferencia de las 14 horas de la ida. Ricardo, disfrutó de lo lindo ... no había viajado nunca en clase business, y maldecía la hora en que tendría que volver porque lo tendría que hacer en clase turista.

A las 6 de la mañana del sábado (2 de la mañana para mi reloj biológico) llegamos a Madrid. A diferencia de lo sucedido en Chile, empezaron los problemas de coordinación. Estuvimos que esperar media hora dentro del avión (para desesperación de toda la tripulación ya que pueden abandonar el avión mientras quede un pasajero dentro) para que viniese una silla de ruedas. Nos atravesamos toda la terminal T4 (1.6 km de longitud, según el chico que empujaba la silla) y llegamos al otro mostrador para embarcar justo cuando todo el mundo ya había entrado. Yo ya sabía que los aviones que cubren la ruta Madrid-Barcelona-Madrid son pequeños, pero nunca me había imaginado que lo fueran tanto ... al tercer intento consiguieron acomodarme en primera clase, y a esas alturas, la rodilla me dolía horrores. Sólo faltó un despegue demencial. Había una tormenta de viento sobre Madrid. En el momento que el avió dejó de tocar suelo, el viento lo empezó a zarandear como una pluma ... y yo pensé que me moría ... el calvario acabó 50 minutos después cuando aterrizamos en Barcelona ... por fin estaba en casa!!

Una tercera ambulancia me trasladó desde el pie del avión hasta la clínica Quirón. En urgencias me abrieron ficha y Ricardo se despidió de mí. Había acabado su trabajo y ahora le esperaban casi dos días para visitar Barcelona. Volvía para Santiago de Chile el siguiente lunes. Rápidamente, en una bolsa de vómitos de Iberia, le hice un croquis sobre lo principal que tenía que ver en Barcelona (Ramblas, Barrio Gótico, El Borne, La Pedrera ...) y desapareció. Se portó a las mil maravillas y le estoy profundamente agradecido ...

El fin de semana lo pasé ingresado en la clínica esperando que el médico que me tenía que atender volviera de fin de semana. El lunes me hicieron un TAC en las rodillas, y el médico pasó el martes con el diagnóstico: efectivamente tengo las dos mesetas tibiales (la dos superfícies planas superiores de la tíbia donde se insertan los tendones y los meniscos) rotas y ligeramente hundidas, y los dos ligamentos cruzados desgarrados. El médico me dijo que, a pesar del daño, sería mejor ser conservativo y no operar. O sea que al final, me han puesto un yeso nuevo y salí de la clínica ayer miércoles.

El próximo martes 21 de marzo tengo el primer control para ver cómo evoluciona mi rodilla ... ya os iré informando ...

Ánimo chicos y chicas! que la campaña está siendo un éxito total ...

1 comentario:

santi dijo...

Lo siento Cyclsotephanos, pero no conservé el teléfono de la sobrecargo (de hecho no llegué a pedírselo ... lapsus imperdonable!), los calmantes no colocan y no me gusta el futbol ...