martes, octubre 03, 2006

¡Soy un desastre!

Ahora debería estar escribiendo este post desde un hotel de Bolonia (Italia). Y digo debería porque lo estoy haciendo desde casa ...

Desde mañana, 4 de Octubre, hasta el sábado día 7 por la tarde se llevará a cabo una reunión del proyecto Processes at the Passive Continental Margins (EUROMARGINS) de la European Science Foundation (ESF). A principios del pasado junio compré, a través de la agencia de viajes del instituto, el correspondiente billete de avión y, mediante la ESF, me registré a la reunión e hice la reserva de hotel. Como siempre hago, me anoté el número del localizador en mi agenda, en mi tamagochi, y me quedé tranquilo esperando la llegada de la reunión.

Ayer por la tarde comprobé la fecha del vuelo en mi agenda y la reserva de hotel en la documentación que la ESF me había hechollegar unos días antes por correo electrónico. Todo estaba en orden. Salía de Barcelona el día 4 a las 9.15 horas y volvía a casa el domingo 8 a las 12.45 horas. Ni se me ocurrió comprobar el billete de avión.

Un sudor frío me a recorrido todo el cuerpo. No podía ser ... ¿Realmente había perdido el vuelo? ¿Me había equivocado de día? No, hombre, no. En la agenda estaba apuntado el día 4, no el día 3. Se lo he vuelto a preguntar y me ha dicho lo que me temía: que me había despistado completamente.

¿Y ahora que iba a hacer? ¡No puedo quedarme en Barcelona! ¡Si tengo que asistir a la reunión dichosa!

Daniel me ha comentado que podía mirar de conseguir otro billete para mañana ... aunque no me garantizaba que fuese a un precio razonable ni que llegara antes del inicio de la reunión. Durante 10 minutos no he sido capaz de centrar mi atención en lo queestaba haciendo antes de la fatídica llamada. Aún me resistía a creer que me había equivocado de día ... Al cabo de 10 minutosel teléfono ha vuelto a sonar. Era Daniel. Por suerte, ha encontrado el mismo billete que tenía pero para mañana. O sea que alfinal sólo he perdido 200 euros ... y he ganado un susto monumental.

Espero mañana por la mañana no me duerma y vuelva a ganar otro susto fenomenal. Voy a tener que dar la razón a Graciela: ¡Soy un desastre!

Esta mañana me he levantado pensando en la reunión, en todas las cosas que me tenía que llevar: el póster con los últimos resultados obtenidos, el portátil para acabar un par de cosas durante la noche, el mp3, la agenda, la cámara fotográfica ... y con los consiguientes nervios previos al vuelo, como siempre.

Estábamos trabajando Bogusia y yo en el despacho cuando el teléfono ha sonado. Xavier, el recepcionista, me ha dicho que me llamaba Daniel, de la agencia de viajes del instituto. Inmediatamente me he imaginado que, a última hora, Iberia había cambiado la hora de embarque de mi vuelo. Nada más lejos de la realidad. Lo primero que me ha dicho es que demonios hacía en el instituto. Ante mi silencio Daniel me ha dicho que, en ese preciso momento, yo debería estar en Bolonia y no en el instituto. Con el aplomo que me daba el pleno convencimiento que Daniel equivocaba le he dicho que yo volaba mañana y no hoy. Enseguida me corta y me dice que Iberia le acababa de enviar un correo electrónico en el que le decía que yo no había embarcado y que acababa de perder el billete de avión.

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