jueves, noviembre 23, 2006

La ciudad de Salta (1)

Los algo más de 4 días que llevamos Juan José y yo dando tumbos por Salta me han permitido hacerme una primera idea de como es la ciudad.

La ciudad de Salta fue fundada el 16 de Abril de 1582, por Hernando de Lerma, gobernador de Tucumán. Originalmente la ciudad recibió el nombre de Muy Noble y Leal Ciudad de San Felipe de Lerma en el Valle de Salta. Este nombre fue cambiado inmediatamente después de la muerte del fundador de la ciudad, debido a la adversión que le tenían los primeros pobladores, que la rebautizaron como San Felipe de Salta. Luego, con el tiempo, el nombre se fue transformando en el actual Salta. Varias etimologías aymaras conforman el vocablo Salta: "salla", peñas y "ta", lugar, por lo que el nombre significaría "lugar de peñas"; "sayta", pascana, es decir, paraje de descanso en un viaje; y "sagta, sagta", muy hermoso. Por eso es que se la conoce como Salta la Linda. Durante los primeros años de la colonia, Salta era paso obligado en el camino al Alto Perú. Esto favoreció su rápido crecimiento. En sus alrededores se producían maíz, frutas, hortalizas, alimentos para el ganado, ruedas, telas y utensilios domésticos. La plaza mayor era el centro de la ciudad colonial.

La ciudad tiene una planimetría fundamentalmente cuadriculada. Aquí os dejo una imagen del centro que he sacado del Google Earth.


No hay casi semáforos en los cruces. Sólo estan presentes en las intersecciones de las avenidas más importantes. Los conductores se guían por la regla de la derecha (dejan pasar a los coches que se les acercan por la derecha), pero muchas veces también usan la ley del peso (pasa el que más pesa). Aunque, de entrada, el tráfico en la ciudad parece caótico y mal ordenado, la verdad, es que nunca ví un sólo accidente. Algún que otro bocinazo entre conductores, algún que otro improperio por la osadía de un conductor determinado, pero nada más. Eso sí: que no se le ocurra a ningún extranjero conducir allí porque seguro que será pasto de los accidentes antes que haya recorrido un par de cuadras ...

Salta es ruidosa y llena de contaminación. Lo primero que impresiona de la ciudad es el elevado número de coches de todo tipo y condición que transitan por sus calles. Los hay que ni los chatarreros de Europa querrían para desgüace (yo he visto circular coches que sólo conocía por fotografías) y, en el otro extremo, se encuentran los últimos modelos de pick-up. Muchos de los primeros tienen un color indefinido (la chapa está tan deteriorada y sucia que es difícil decir de que color es) mientras que los segundos circulan impolutos, brillantes, como recién salidos del concesionario donde los adquirieron. La circulación es intensa, especialmente en hora punta (como de las 20.30 a las 21.30 horas, cuando todo el mundo se dirige del trabajo a su casa). Los coches deben utilizar algún tipo de biodiésel como carburante (muchos de ellos llevan la típica bombona de gas en la parte posterior) que, junto a motores muy antiguos e ineficientes, provocan que durante las horas punta cueste mucho respirar mientras se anda por la calle. Los automóbiles más antiguos sueltan una humareda negra por los tubos de escape que da miedo.

Allí todo el mundo circula en coche. Casi no hay peatones. No se va a ningún sitio a pie. En eso se parece a cualquier ciudad norteamericana. Y lo peor que te puede pasar es ir a pie. Las aceras son muy estrechas (en muchas de ellas no pueden circular dos personas una al lado de la otra) y los conductores no se fijan en la presencia de los peatones. Sólo los coches tienen prioridad a la hora de pasar un cruce. Y eso hace que atravesar la calle sea arriesgado. No porque circulen a gran velocidad si no porque no te prestan atención. Suerte que soy mediterráneo y estoy acostumbrado a lidiar entre los coches que si no ... me cuesta imaginar a un extranjero de la europa central andando a pie.

El centro neurálgico de la ciudad es la bonita plaza 9 de Julio. Es una plaza cuadrada llena de palmeras y otros árboles tropicales y con la consiguiente estatua equestre del general Juan Antonio Álvarez de Arenales, héroe de la Independencia. Alrededor de la plaza se encuentra El Cabildo (un precioso edificio blanco al más puro estilo colonial español), la Catedral con su palacio arzobispal, El Museo Arqueológico de Alta Montaña (especialmente recomendable), la principal comisaría de policía y varios hoteles y edificios de estilo colonial.








































Dos cuadras hacia el este por la calle Caseros, justo en la esquina con la calle Córdoba se encuentra la Iglesia de San Francisco. Es una preciosa iglesia franciscana construida en 1582. A mí, casi me gusta más de noche, cuando la iluminan, que de día.



























Aquí os dejo una vista de la iglesia de día y de noche para que juzgueis por vosotros mismos ... Como curiosidad me enteré que la figura en bronce de San Francisco que hay delante de la puerta principal es un regalo de Benito Mussolini a la ciudad.

Siguiendo la calle Caseros hacia el este, hasta la esquina con Santa Fe, te encuentras con el convento de San Bernardo. Construido a mediados del s. XVI, es la construcción religiosa más antigua de la ciudad. Inicialmente fue concebida como ermita, pero con el paso del tiempo acabó convirtiéndose en hospital. En 1846 se convirtió en un convento de clausura de carmelitas descalzas hasta la actualidad. La puerta de acceso está hecha de madera de algarrobo y está ricamente tallada. Fue instalada en 1762.




























Hacia el sudeste, atravesado por la avenida San Martín, se encuentra el mayor parque de Salta, el parque San Martín. Es un parque muy bonito con enormes eucaliptus y acacias, entre otros árboles tropicales. Este parque nos venía de paso, ya que la oficina donde estuvimos trabajando mirando y describiendo los sondeos del Salar del Rincón, esta justo al otro lado. Muchos árboles estan llenos de plantas epífitas parasitando árboles parecidos a olmos. Incluso los cables telefónicos que cruzan el parque estan parasitados por estas plantas. El primer día que pasamos oímos un ruido metálico ensordecedor. El ruido no era constante en el tiempo si no que sufría oscilaciones, intensificándose y reduciéndose. Era como si alguien hiciera girar una rueda metálica sobre un eje mal engrasado. Nos sorprendió que la gente que en ese momento estaba en el parque no le prestara la más mínima atención. Una vez estuvimos en el centro del parque nos dimos cuenta que el ruido nos envolvía por todas partes. No podía ser humano. Al acercarnos a los árboles descubrimos el responsable del ruido infernal: ¡una cigarra de casi 10 cm de longitud! Después nos enteramos que esta cigarra pasaba enterrada unos 5 o 6 años. Pasado este tiempo salía a la superfície, se adhería al tronco del árbol, y pasados unos días se convertía en una mariposa gigante.








































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