lunes, junio 05, 2006

Contratos de Investigación "Ramón y Cajal"

Ayer, en la portada del periódico El País, y en las páginas 49 y 50, salía publicada un extenso reportaje sobre los contratos de investigación "Ramón y Cajal". Quien posee un contrato de este tipo se le conoce en el mundillo de la investigación como un "cajal".

Estos contratos fueron puestos en marcha en 2001 por el Gobierno del PP como un intento de paliar la acuciante falta de investigadores en España. El número de investigadores por cada 1000 habitantes es de 4.5, el más bajo de Europa. Con estos contratos se intentaba retener los investigadores que trabajaban en España en condiciones precarias y se ofrecía una buena perspectiva de trabajo para aquellos investigadores que desarrollaban su labor en laboratorios extranjeros y quisiesen volver a su tierra.

El Gobierno del PP vendió estos contratos como un sistema de "tenure track" al estilo americano. Es decir, después de un riguroso sistema de selección, se contrataba a los mejores científicos por un período de 5 años en los que se les evaluaba anualmente, y si superaban dicho período satisfactoriamente, el contrato se tornaba en indefinido. Ni que decir que la iniciativa fue muy bien recibida por todos los que nos dedicamos a la investigación. ¡Por fín alguien que definía de forma clara cual era la carrera investigadora que había que seguir en este país! El por entonces Ministerio de Ciencia y Tecnología (actualmente desaparecido e integrado en el Ministerio de Educación y Ciencia) pagaba íntegro el primer año de salario, pero a partir del segundo año hasta el final del contrato, la institución que acogía a los contratados "Ramón y Cajal" debía costear una parte proporcional del mismo que iba incrementándose cada año (el segundo año ese porcentaje era del 10%, el tercero del 20%, el cuarto del 30% y el quinto del 40%).

El espíritu de los contratos era genial; pedían proyectos de investigación innovadores y, a cambio, daban independencia para trabajar, crear tu propio grupo de trabajo y poder solicitar tú mismo financiación para llevar adelante tus propias ideas. Tras la primera convocatoria (que fue muy dura) se vió que, lo que sobre el papel era genial, a la práctica era imposible de realizar.

En el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde yo trabajo, para poder optar a solicitar un contrato necesitabas que un investigador de la carrera funcionarial te avalase, ya que dicho investigador debía hacerse cargo cada año del 25% de la parte tu salario que debía pagar el CSIC. Para colmo, los contratos que se firmaron eran en prácticas. Durante el primer año se percataron que los contratos eran ilegales porque violaban flagrantemente la Ley de los Trabajadores: la ley decía que si estábamos contratados en una misma empresa un período superior a dos años pasábamos a ser personal fijo. ¡Llegaron a modificar la ley para dar cabida a estos contratos! La idea del "tenure track" desapareció rápidamente del vocabulario de los políticos responsables de la aplicación de los contratos "Ramón y Cajal" y empezaron a decir que estos contratos no implicaban la estabilización de los contratados. Ya verían que harían cuando los primeros contratos empezaran a finalizar ...

Yo pasé a ser "cajal" en 2003 (o sea en la tercera convocatoria), después de dos años y medio en el Departamento de Geología del Real Museo de África Central de Bélgica (dos años con una beca postdoctoral del Ministerio de Educación y Ciencia y seis meses con un contrato a cargo de un proyecto belga), dos años y medio en el Departamento de Ecología de la Facultad de Biología (Universitat de Barcelona) con dos contratos de Reincorporación de Doctores al Sistema español de Investigación, y varios contratos en prácticas en el Instituto de Ciencias de la Tierra "Jaume Almera" adscrito al CSIC.

En general se ha considerado a los "cajales" como becarios de alto nivel más que investigadores independientes, no se les ha dado la libertad de investigar sino que han continuado dependiendo del investigador que ha cofinanciado el contrato, no han podido solicitar financiación para desarrollar sus ideas.

Concretamente, en el instituto donde trabajo esta situación no se ha dado. A mí, siempre se me ha tratado como investigador. Pero conozco bastantes casos en otros institutos del CSIC y de otras Universidades (como el caso relatado por la notícia de El País) que claramente han puesto de manifiesto que nunca se quiso aplicar el espíritu con que nacieron estos contratos.

¿Cómo lo iban a aplicar? En ciencias de la tierra, en el ámbito donde yo me muevo, los grupos de investigación son muy pequeños (2 - 3 investigadores y muy raramente superan los 5 miembros) pero en otros ámbitos, como la bioquímica o la genética, donde los grupos son enormes (40 personas o más). En estos grupos se mueven grandes cantidades de dinero y hay una imperante necesidad de obtener resultados punteros casi de inmediato. A la cantidad ingente de becarios predoctorales que estan produciendo datos sin parar hay que sumar bastantes doctores, con contrato temporal, que procesan dichos datos y pugnan por obtener una posición estable. En grupos tan grandes se necesita una estructura jerárquica muy fuerte (el jefe es prácticamente un dios) y hay una competencia interna atroz. ¿Cómo estos jefes iban a permitir que se independizaran los doctores que realmente estan tirando del carro en estos grupos de investigación? ¡Si esto sucedía, colapsaba el grupo de investigación! ¡El jefe sin grupo! No lo podían permitir. Resultado: los "cajales" continuan siendo considerados "becarios". De lujo, pero a la postre becarios.

En España, la ciencia sigue siendo medieval. ¿Para cuando una reforma de verdad?

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