miércoles, marzo 28, 2007

El Cambio Climático y el arte

La librería virtual Amazón es la perdición de mi tarjeta VISA. Cada vez que entro y me dedico a ojear libros acabo con un montón de libros en la cesta de la compra (¡todos los libros me parecen interesantes!) y con la tarjeta de crédito temblando por el 'palo' que le viene encima ...

Y es que en Amazón encuentro un tipo de literatura que hecho en falta en la literatura latina: la divulgación científica. En general, los científicos anglosajones, a diferencia de los latinos, tienen muy asumida que, una parte muy importante de su trabajo, consiste en divulgar sus investigaciones al público en general. No hay que olvidar que gracias a los impuestos de todos, nosotros podemos trabajar.

A mi me encantan estos libros divulgativos porque te permiten aprender mucho de una forma amena y agradable. Normalmente, quienes los escriben son auténticos eruditos capaces de explicar conceptos intrincados y difíciles de digerir en pocas palabras muy precisas y fáciles de entender por todo el mundo.

Aquí, la divulgación científica está, en general, muy mal vista (como "ese" es incapaz de aportar ideas nuevas al sistema se dedica a escribir para los "legos" o yo no tengo tiempo para escribir estupideces, acostumbran a ser algunos de los argumentos que se esgrimen para despreciar la divulgación) y peor valorada (ya puedes escribir un montón de libros divulgativos buenísimos porque, como no son sesudos artículos científicos publicados en revistas internacionales de mucho prestigio, no se tienen en cuenta a la hora de la promoción de la carrera investigadora). Supongo porque en España aún nos falta mucha cultura científica ... y también, los que nos dedicamos a ello, vocación de servicio ... pero esto es harina de otro costal.

A lo que iba: en el último paquete que me llegó de Amazon, había una pequeña joya. El libro se titula "The Little Ice Age: How climate made history. 1300 - 1850" y está escrito por el catedrático emérito de Antropología de la Universidad de California (Santa Barbara), Brian Fagan.

A través de sus 217 páginas el libro narra de una forma deliciosa y apasionada como el brusco descenso de temperaturas que se produjo a nivel mundial y que caracterizó el periodo comprendido entre los siglos XIV y XIX, marcó de forma decisiva la evolución histórica de Europa. Entre los especialistas, este periodo se conoce como la Pequeña Edad de Hielo.

Sin ser determinista, ni mucho menos, Brian Fagan va desgranando a través de una serie de ejemplos (la ocupación y posterior abandono por parte de los vikingos de Islandia, Groenlandia y el norte de Canadá, el desencadenamiento de la Revolución Francesa como consecuencia de las hambrunas por las malas cosechas consecutivas debido a las condiciones climáticas adversas, la revolución agrícola que se produjo en Inglaterra durante el siglo XVIII, la cual dió paso a la Revolución Industrial, como consecuencia de su obligada adaptación a unas condiciones climáticas desfavorables para la agricultura) como las variaciones climáticas han jugado un papel fundamental en la historia de la humanidad, en general, y en la europea en concreto. En definitiva, es un libro, cuya lectura, recomiendo encarecidamente.

Casi al final del libro, me encontré con una cita que me dejó absolutamente maravillado (y es aquí donde enlaza con el título de este post). Durante los años 60, Hans Neuberger, entonces profesor de Meteorología en la Pennsylvanian State University y apasionado del arte (aquí lo podeis ver en acción), se había dedicado a estudiar las nubes de 12.000 (si, habeis leído bien: ¡12.000!) cuadros procedentes de 41 museos europeos y americanos pintados entre los años 1400 to 1967. Neuberger partió de la hipótesis que los artistas reflejaban en sus cuadros los cielos que ellos estaban viendo y no los que corrían por su imaginación. Por tanto, el estudio diacrónico de las nubes presentes en dichos cuadros había de permitir tener una idea sobre la evolución del clima durante este periodo de tiempo. Y dicho y hecho. Estudió los 12.000 cuadros, hizo un estudio estadístico de todos los datos y los publicó en la prestigiosa revista Weather en 1970.

Neuberger, conocedor que la Pequeña Edad de Hielo había empezado sobre el año 1550, dividió todos sus datos en tres periodos: de 1400 a 1550, de 1550 a 1850 (cuando se da por finalizada la Pequeña Edad de Hielo) y de 1850 a 1967. Este investigador encontró que, para el primer período, los cielos eran mucho más azules (con un 40% de nubosidad, aproximadamente), con una mejor visibilidad y con muchas menos nubes. Este periodo lo definió como el que tuvo el cielo mas azul y más brillante (¡durante estos 150 años, incluso Inglaterra tuvo plantadas vides!). El periodo más nuboso correspondió al definido entre los años 1600 y 1650, cuando la nubosidad estuvo alrededor del 60%. Los últimos 50 años de la Pequeña Edad de Hielo (1800 - 1850) se caracterizaron por un descenso de la cantidad de nubes (aproximadamente, un 40% de nubosidad). Realmente sorprendente lo que esconden los cuadros, ¿no?

Aquí [American Scientist] y aquí [RealClimate] podeis leer otra aproximación a la historia de este investigador tan fascinante. Espero que os fascine tanto como lo ha hecho a mí ...

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