domingo, mayo 07, 2006

Van Morrison, Errol Garner, Stan Getz y Billie Holiday ...

Hace algún tiempo se emitía los sábados de 3 a 4 de la tarde en la programación catalana de la Cadena Ser un programa de radio que se llamaba L'Oncle Swing (El Tío Swing). Durante los veranos, el programa pasaba a llamarse La Rebosteria de l'Oncle (La Despensa del Tío). Estuvo bastantes años en antena (no me acuerdo de cuantos, pero fueron muchos) hasta que el conductor del programa (L'Oncle) se saturó y lo dejó.

Hacía el programa de forma altruista (no percibía salario alguno, sólo le pagaban los CD's en los que grababa el programa). En él, cocinaba a fuego lento (así lo decía) blues, jazz, swing e incluso algún suave funky (como L'Oncle los solía etiquetar) mezclados con cortos e ingeniosos monólogos, llenos de ironía y mirada crítica hacia el mundo que nos envuelve. Muchas veces, más que un programa de música parecía un programa de recetas culinarias auditivas ...

Tenía una cuenta de correo electrónico a la que solía solicitar a la audiencia comentarios, críticas y sugerencias al final del programa que acababa de cocinar. Una vez me atreví a escribirle (me acuerdo que le solicité una canción negra como el chocolate), pensando que no obtendría respuesta, y al cabo de poco tiempo, recibí contestación. Me ofreció un par de piezas de Billie Holiday que no consigo recordar. Me las recomendaba por negras (como la piel de Billie) y por amargas (por la letra). A partir de ese día nació una amistad electrónica, a mitad de camino entre la música y la cocina.

Un día, navegando por entre la inmensidad de las redes P2P (esas que están tan mal vistas y que intentan suprimir a toda costa los grandes poderes de la, para mí, mal llamada indústria musical, aunque por suerte, no lo consiguen) encontré una canción de Ella Fitzgerald titulada Só Danço Samba. La primera vez que la escuché la encontré deliciosa. Es una de esas canciones que te levantan el ánimo por la frescura y el buen humor que destila. Empieza cantando Ella Fitzgerald como quien no quiere la cosa, y progresivamente se van añadiendo los demás músicos. Al mismo tiempo que Ella va cantando, se va riendo porque alguien debía estar haciendo bromas. Al final consigue que tu también sonrías ... siempre que la oigo no puedo evitar cerrar los ojos imaginándome la escena ... La intensidad de la canción va subiendo progresivamente hasta llegar al paroxismo al final de ésta.

Se lo comenté a L'Oncle, y me dijo que (¡cosa rara!) no la conocía. Inmediatamente se la hice llegar. A los pocos minutos, me envió un correo electrónico con todos los detalles del disco al que pertenecía dicha canción. El disco era Ella & Duke at The Côte D'Azur. Al día siguiente me envió otro correo comentándome que había localizado el disco en cuestión, y organizó una kedada para intercambiar discos y conocernos. El encuentro se llevó a cabo en un bar situado en el principio de la Rambla Catalunya. Ni que tiene que decir que la velada fue deliciosa. Descubrí que detrás del personaje de L'Oncle Swing se ocultaba un alto funcionario de la Generalitat del último gobierno de Jordi Pujol, posteriormente defenestrado (injustamente, creo yo) con la entrada del gobierno socialista de Pascual Maragall. Todo un personaje que me sorprendió muy gratamente ... me acompañó a casa, y hablando de nuestras respectivas ocupaciones profesionales descubrimos que trabajábamos en campos afines. ¡Las vueltas que da el mundo! ... ¡Y lo pequeño que es!

¿Y a que viene todo este rollo? pues gracias a L'Oncle Swing y a su programa radiofónico amplié mi espectro musical. Gracias a él descubrí músicos de la talla de Errol Garner, Billie Holiday, Stan Getz y Van Morrison. Yo siempre he sido un enamorado de las canciones de Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald, y normalmente no salía de ese campo. El programa de L'Oncle me mostró otros mundos, otras galaxias musicales y me enseñó a apreciarlos y disfrutarlos.

Debido a mi insomnio, recientemente adquirido en contra de mi voluntad, me paso bastantes horas dando vueltas en la cama. Hasta hace bien poco durante mis horas de vigilia obligada se me comían mis fantasmas nocturnos, pero ahora los combato dedicándome a escuchar música. Desde hace unas cuantas noches que sólo escucho a esos músicos que me descubrió L'Oncle. Discos como Into the Music, Moondance o Magic Time de Van Morrison están consiguiendo que, lo que hasta ahora eran horas y noches interminables, sean un remanso de paz y placer. Sobre las cuatro o las cinco de la madrugada, me pongo los auriculares y dejo que sus canciones me mezcan suavemente y me transporten a mundos imaginarios que nunca son los mismos ni acaban de estar bien perfilados. Cuando me levanto de la cama nunca consigo recordarlos y sólo me quedan vagas impresiones pegadas en la piel ... El eterno optimismo del piano de Errol Garner o del saxofón de Stan Getz me animan durante las últimas horas de la madrugada, y me permiten levantarme con una media sonrisa, preparado para afrontar el nuevo día que comienza. De Stan Getz sólo conocía sus adaptaciones de la música brasileña de Antonio Carlos Jobim, João Gilberto y de la esposa de éste último, Astrud Gilberto (¿quien no conoce The Girl of Ipanema y todas sus múltiples versiones?), pero discos como West Coast Jazz o Stan Getz And The Oscar Peterson Trio me permitieron descubrir (¡y disfrutar!) las facetas más jazzísticas de dicho artista absolutamente desconocidas para mí. La voz siempre emocionada de Billie Holiday acostumbra a poner el punto y final a mis largas noches sin sueño. Su voz siempre me da un poco de calidez a mi cuerpo, aún resentido por la falta de sueño ...

Muchas gracias Oncle Swing por abrirme nuevos horizontes musicales ...

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